Infancia: los accidentes cerebrovasculares son irreparables
También conocido como ataque cerebral o apoplejía, el accidente cerebrovascular puede presentarse en niños que incluso no han nacido. El riesgo más importante de esta condición es que, en algunos casos, las personas no se dan cuenta de que ha tenido un accidente de este tipo.
La apoplejía sucede cuando el flujo de sangre al cerebro se detiene por alguna razón, provocando que los nutrientes y oxígeno no sean debidamente absorbidos, causando un daño permanente, derivado de la muerte de las células cerebrales.
TIPOS DE APOPLEJÍAS
Hay dos tipos principales de accidente cerebrovascular:
- Accidente cerebrovascular isquémico
- Accidente cerebrovascular hemorrágico
El primero es causado por el bloqueo en la irrigación de sangre al cerebro, usualmente por una sustancia llamada placa que funge como tapón de las arterias; y el segundo por el escape de sangre hacia el cerebro.
Aunque esta condición no afecta con regularidad a los infantes, se ha detectado que la edad en la que mayormente se presenta en ellos es en su primer mes de vida, en estos casos es el accidente cerebrovascular es de tipo isquémico por lo que puede provocar convulsiones, problemas para alimentarse, apnea y retrasos del desarrollo.
Los factores de riesgo de los accidentes cerebrovasculares en los niños son más variados por lo que un diagnóstico oportuno hará la diferencia en su tratamiento; debe tomarse en cuenta que los infantes que tienen un accidente de esta índole no suelen mostrar ningún signo hasta varios meses o años después. En algunos casos, se desarrollan con normalidad, aunque a un ritmo mucho más lento que otros niños.
Aunque no existe ningún tratamiento que pueda arreglar o reparar las células cerebrales que han muerto, sí existe la posibilidad de que las células cerebrales que no están dañadas pueden aprender a realizar las funciones de las células perdidas, sobre todo en las personas jóvenes.
Por lo tanto, la mayoría de los niños que han tenido accidentes cerebrovasculares pueden relacionarse con normalidad y ser miembros activos de sus comunidades con apoyo de fisiatras, médicos que emplean su conocimiento para ayudar a los niños a recuperarse de un accidente cerebrovascular, mejorando y restaurando la funcionalidad y la calidad de vida de los pacientes con afecciones médicas en el cerebro, la médula espinal, los nervios, los huesos, las articulaciones, los ligamentos, los músculos y los tendones.
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