Trastornos mentales en México

Trastornos mentales en México

Para el 2030 la depresión será la segunda causa de disminución de años de vida saludable a escala mundial.

 

La realidad de México

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud Mental, en México el 18% de la población urbana de entre 15 y 64 años, sufre algún trastorno mental como ansiedad, depresión o fobia. Además, se ha documentado que entre el 1 y 2% de la población adulta ha intentado suicidarse y la tasa de suicidios consumados tiene una tendencia al alza.

También se han detectado las edades medias de inicio de algunos trastornos, por ejemplo: las fobias específicas comienzan a desarrollarse aproximadamente a los 9 años, la depresión al borde de los 45, la fobia social a los 15, el trastorno de estrés postraumático a los 31, la agorafobia a las 21 y los trastornos de pánico alrededor de los 31.

Si embargo, a pesar de que los trastornos mentales son el principal factor de riesgo para suicidio y otro tipo de lesiones autoinfligidas como cortaduras, quemaduras, heridas e intoxicaciones, el informe de la OMS de 2011 dejó en evidencia la deficiencia de México en materia de salud mental. Los datos señalaron que existen 10 profesionales calificados por cada 100,000 habitantes, distribuidos de la siguiente manera: 1.6 psiquiatras, 1 médico general, 3 enfermeras, 1 psicólogo, 0.53 trabajadores sociales, 0.19 terapeutas, 2 profesionales/técnicos de salud.

 

¿Cuál es el origen de un trastorno mental?

Todos los trastornos mentales se deben en mayor o menor medida a la combinación entre predisposición genética y detonadores ambientales y sociales derivados de las experiencias y el estilo de vida. O sea, aquellas circunstancias en las que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen. Por ejemplo:

 

  1. Circunstancias individuales: En esta esfera se encuentran detonantes como la alimentación, cercanía o apego a la familia, logros escolares, autocontrol, habilidades sociales, creencias morales, valores y autoestima. Sin embargo, lo más importante son los componentes genéticos, discapacidades física e intelectual, falta de vínculos afectivos estables y poca habilidad social.
  2. Circunstancias familiares: Si dentro del círculo familiar no se provee cuidado, ayuda, armonía, seguridad o estabilidad, las personas tienen mayor predisposición a desarrollar y agudizar un trastorno mental. Lo anterior empeora cuando la comunicación no es efectiva y las expresiones emocionales son erráticas.  Además, desarrollarse en un ambiente con modelos antisociales, violencia, divorcio o separación, rechazo o abuso de sustancias, lleva a la persona inmersa a absorber la realidad de manera distinta y negativa.
  3. Circunstancias escolares: Sí, es una esfera de mucho peso en la vida de todas las personas en cuestión de sentimientos de pertenencia, colaboración y apoyo. Es en la escuela que las personas encuentran sus propias oportunidades de crecimiento y reconocimiento de logros, además de interiorizar reglas de convivencia contra la violencia. Sin embargo, el manera o desarrollo inadecuado de esta etapa puede afectar en mucha medida la vida de quien está involucrado creando relaciones insatisfactorias, falta de expectativas y expectativas falsas.
  4.  Circunstancias sociales: las desigualdades económicas, la discriminación social y cultural, así como la violencia y la criminalidad del contexto, tiene un impacto negativo en la persona inmersa. La situación se agrava con la falta de servicios, aislamiento social, inseguridad económica y laboral.
  5. Circunstancias eventuales: en este rubro se destacan el abuso físico, sexual y emocional, muerte de un familiar, enfermedad, desempleo, falta de hogar, encarcelamiento, pobreza, accidentes de trabajo, responsabilidad en el cuidado de un enfermo o discapacitado, guerra, violencia o desastres naturales.

 

¿Cómo se trata una persona con estos trastornos mentales?

Los trastornos mentales suelen volverse crónicos una vez que se presentan, pero con la atención adecuada pueden ser tratados y manejados eficazmente. En este sentido, el tratamiento específico, así como su duración, dependerá del trastorno y de la gravedad que presente el paciente.

  • Antidepresivos: Son usados para tratar la depresión, la ansiedad y en ocasiones otros trastornos; mejoran síntomas como el estado de ánimo deprimido, la dificultad para concentrarse y la falta de interés.
  • Ansiolíticos: Reducen los síntomas de ansiedad. Los de acción rápida pueden causar dependencia, así que sólo se recomienda su uso en el corto plazo. Se usan principalmente para tartar trastornos de ansiedad y pánico, pero también reducen la agitación y el insomnio. Los ansiolíticos de largo plazo son típicamente antidepresivos que también sirven para tratar la ansiedad.
  • Estabilizadores del estado de ánimo: Son comúnmente utilizados para tratar el trastorno bipolar. En algunos casos también se emplean con antidepresivos para tratar pacientes con depresión.
  • Antipsicóticos: Generalmente se usan para tratar trastornos psicóticos, como la esquizofrenia. En ocasiones, para tratar el trastorno bipolar o, en conjunto, con antidepresivos para tratar la depresión.
  • Tratamientos de estimulación cerebral: En ocasiones se usan para tratar la depresión y otros trastornos, sobre todo en casos donde los medicamentos y la psicoterapia no han funcionado. Existen varios tipos: terapia electroconvulsiva, estimulación magnética transcraneal y estimulación cerebral profunda, neuromodulación no invasiva; son cada vez más utilizados por sus altos índices de éxito.
  • Psicoterapia: Es el proceso terapéutico más conocido. En él la dinámica funciona entre un psiquiatra o psicólogo y su paciente. Con el conocimiento que el paciente obtiene, aprende formas de confrontar y manejar el estrés para lograr una mejora en su calidad de vida, a través de cambios graduales en su conducta, actitudes, pensamientos y/o afectos.

 

¿Qué dificulta el tratamiento de los trastornos mentales?

Estigma y discriminación. Aún en nuestros días existe una creencia en la sociedad de que no es posible tratar los trastornos mentales o de que las personas que los padecen son difíciles, poco inteligentes o incapaces de tomar decisiones. Esta ignorancia y estigmatización puede dar lugar a malos tratos, rechazo y aislamiento.

 

Consecuencias del no tratamiento de los trastornos mentales

Lo anterior puede disuadir a las personas afectadas de recurrir a los servicios de salud apropiados. Sin embargo, las consecuencias en el implicado y en la sociedad son altas ya que van desde el ausentismo laboral hasta la violencia.

  • Ausentismo laboral. En este sentido se ha registrado un índice del 35% al 45% del ausentismo laboral debido a problemas de salud mental.
  • Desmotivación y desapego. La depresión puede provocar una mayor propensión a enfermedades físicas y desapego en las responsabilidades familiares y personales, lo anterior se puede traducir en el abandono de las cosas.
  • Violencia y riesgos. Los trastornos mentales no tratados suelen derivar en alcoholismo y drogadicción, mismos que están presentes en la mayoría de las acciones violentas como homicidios, suicidios y violencia intrafamiliar y social, pandillerismo y delitos en general. Por lo tanto, está fuertemente vinculado a olas de violencia.

 

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Si sufres algún síntoma depresivo o conoces a una persona que padezca alguno de estos trastornos, comunícate con nosotros y solicita información de nuestro tratamiento no invasivo que puede mejorar no sólo la salud mental sino la calidad de vida.

 

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